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Deporte nacional

SURFEAR HASTA LOS 1OO

“La salud es más importante que el dinero, más importante que la fama, más importante que todo”. Felipe Pomar, el primer campeón de ola grande en el mundo, leyenda del surf peruano, sigue surfeando y planea hacerlo hasta los 100 años. Radica en Hawái y a sus 79 años deja enseñanzas va- liosas, no solo para involucrarse con el mar, sino también para la vida misma.

Cuéntanos un poco sobre tu trayectoria

De chiquillo era un chiquito gordo y no me gustaba el ejercicio, así que mi mamá me matriculó en  una  escuela de natación cuando tenía 11 años. Era la academia de Walter  Ledgar. Me dediqué bastante y llegué a ser bueno. A los 14 años, a un amigo de mi hermana mayor, ‘Pitty’ Block, quien era corredor de ola grande y corredor de automóviles, le di pena porque era un muchachito que se pasaba la vida en su casa, hablando por teléfono con su enamorada. Entonces él pensó que no tenía nada qué hacer y me llevó al club Waikiki, que en esa época era el único club de tabla.

 

¿Fue un antes y un después?

En cuanto entré al mar y estuve en contacto con las olas y el sol, me enamoré de inmediato de la tabla. En ese entonces había un muchacho de mi edad, Joaquín Miro Quesada. Él y yo empezamos a hacer tabla juntos. El cuñado de Joaquín era campeón nacional de ola grande, el señor Pancho Wiese. Pancho nos llevaba a correr ola grande a Punta Hermosa, playa Kontiki. Era emocionante correr ese tipo de olas con fuerza. Fue lo máximo para mí, decidí que era lo que a mí me llenaba. Desde ese momento la tabla cambió mi vida.

¿Por qué escogiste el surf como deporte?

Había  sido  jugador  de  bádminton,  tenis, fútbol… y todos me habían divertido. Pero la tabla de ola grande en ese momento me enamoró. Era otra cosa, era otro lote.

¿Cómo ha cambiado el surf en estos últimos 50 años?

El   deporte   de   la   tabla   ha   cambiado muchísimo porque el equipo ha cambiado mucho. En mi época las tablas pesaban 25 kilos, medían 3 o 4 metros. Por lo general tenías que ser hombre, y relativamente fuerte, para cargar estos tablones bastante grandes y pesados. Hoy en día las tablas tienen la mitad de tamaño y no  pesan casi nada, por lo que son mucho más maniobrables. Entonces hombres, mujeres, chicos y chicas pueden practicar  tabla. No solo se corre olas, sino que se hace acrobacias en las olas, en el aire, hay la tabla chica, la larga, con remo… Como seis o siete deportes nuevos han nacido de la tabla original, que era la que practicábamos hace muchos años.

 

EL HOMBRE Y EL MAR

¿Cómo describirías la relación ser humano y el mar?

Una de las cosas que hace que la tabla sea un deporte especial es que puede significar diferentes cosas. Para el deportista que quiere competir es un deporte como cualquier otro. Para la persona que quiere disfrutar de la naturaleza es una cosa distinta y para la persona que quiere desarrollar su salud,  también  es  una cosa  distinta.  Al  ingresar  al  mar  estás ingresando a la naturaleza y te causa un efecto muy especial. Me parece que como los humanos somos  de  tierra,  al  entrar al mar entramos a un medio distinto: un ambiente diferente, que no es tu casa y que le da cierta aventura a lo que estás haciendo. Dicen que conocemos más del otro lado de la luna de lo que conocemos de las profundidades del mar.

 

Hay un tema de respeto ahí…

Así es. Y no solo es eso. Imagínate el tamaño de la tierra en el mundo, y el mar es más grande que todo eso. Hay momentos que cuando estás en el mar  te  sientes que eres más pequeño que un granito de arena, comparado con el poder del mar y la naturaleza.

“Las tablas que usábamos eran  muy  parecidas  a  las longboard. Si querías usarlas  para  olas  grandes,  les hacías más punta y les achicabas la cola”.

¿Alguna vez tuviste un accidente en el mar que te haya hecho cuestionar la permanencia en el surf?

Muy  buena  pregunta.  Hubo  varias,  pero te cuento la primera. Yo llegué a Hawái durante el verano, cuando las olas son chicas. Comenzó el invierno y un amigo que estudiaba en la misma universidad que yo me dijo: “Subieron las olas, vamos a correr al North Shore  (donde  estaban las olas grandes)”. Llegamos a una playa, Sunset Beach, junto a un tercer amigo más. Veo unas olas monstruosas con unas condiciones horribles; no había nadie en el agua y mi amigo me dice: “Entremos a hacer ejercicio”.

¿Entraste?

Yo le dije: “Estás loco; si se meten aquí, se van a morir. Yo no entro de ninguna manera”. Entonces ellos se  metieron  y yo estaba seguro de que no los iba a ver más, porque era un mar gigante,  con mal viento, ¡horrible! Yo tenía 19 años y me decía a mí mismo que no me quería morir a esa edad. Pensé que me convenía irme a California a dedicarme a otra cosa. Finalmente, mis amigos salieron. No se murieron y yo tuve que tomar una decisión: si iba a seguir corriendo olas o si debía retirarme. Felizmente tomé la decisión de dedicarme un año más a estar en la mejor forma posible, para que si me ahogaba, lo hiciera con la mente clara, en el sentido que había hecho el mejor esfuerzo. No me iba a ahogar pensando que si no hubiese estado despierto hasta tarde o tomando tragos, no me estaría ahogando. Decidí que me encantaban las olas grandes y que quería dedicarme a eso.

¿Por qué te fuiste lejos del Perú?

A los 19 años, cuando ya había terminado el colegio, mis padres me consultaron: “¿Qué quieres hacer?” Yo les dije: “Quiero correr olas”. Me dijeron que estaba bien, pero que debía estudiar o trabajar en algo. Mi mamá me sugirió que estudie arquitectura, como mi tío. Entonces fui a registrarme en la universidad y había una cola enorme: era la más larga que había visto en mi vida (risas). Surgió la idea de ir a San Francisco (USA), donde vivía mi hermana. Yo pensé: California está más cerca a Hawái. Así que viajé a Estados Unidos. Sin embargo, cuando me metí al mar me helé: el mar era mucho más frío que en Perú. Fue ahí cuando supe que debía irme a Hawái cuanto antes. Para esto, mi familia me mandaba dinero para alquilar un lugar donde vivir, así que comencé a vivir en mi carro y de esa manera ahorrar dinero para irme a Hawái.

 

SURFEAR HASTA LOS CIEN

¿El aspecto físico y mental son fundamentales para estar vigente a tus 79 años?

Muchas gracias. No hay duda de que la mente dirige al cuerpo. Hay que tener mucho respeto por lo que uno cree, las ideas a las que uno le da valor porque esas ideas van a regir tu vida. Si le das valor a una cosa, es más fácil tener disciplina. Yo tenía clara la idea de que quería ser el mejor corredor de ola grande del mundo. Tuve la suerte de que, dos años después de haber llegado a Hawái, se organiza en el Perú el primer campeonato oficial  mundial de tabla. El club Waikiki me invita, porque yo ya había sido campeón nacional de ola grande. Logré competir con los mejores del mundo y salir campeón mundial en 1965. Ese es el valor y la fuerza de tener una idea clara de lo que estás buscando.

¿Cómo nace la idea de surfear hasta los 100 años?

Cuando yo estaba en el colegio, a los 17 años, todos los días durante el recreo hacía 18 barras. A los 75 años me encontré que hacía también 18 barras. Entonces anuncié que iba a tratar de mejorar mi récord, porque en 1968  había  ganado un campeonato internacional en el cual compitieron los mejores remadores de tabla del mundo, en una carrera desde La Herradura a Waikiki, que terminé ganando: mi tiempo quedó registrado en un libro. Anuncié a los 75 años que iba a tratar de batir mi récord. Regresé al Perú y batí ese récord. Ahí nació “Surf until the hundred” o “Surfear hasta los cien”.

“Para  la  sociedad,  a  los  65 años ya estás viejo y ya acabó tu vida. Eso no es cierto, no tiene que ser así”.

¿Y cómo lograr surfear hasta los 100?

Nos dimos cuenta de que si tienes una vida sana, comes bien, duermes bien, tomas tus vitaminas, etc., es posible seguir sano y seguir haciendo las cosas que te gustan mucho más tiempo de lo que te dice la sociedad. Para la sociedad, a los 65 años ya estás viejo y ya acabó tu vida. Eso no es cierto, no tiene que ser así. La idea de “Surf until the hundred” es demostrar que es posible seguir sano, vital, y hacer las cosas que te gustan mucho más años de lo que te indica la sociedad.

 

¿Eres consciente de que exponiendo tu experiencia en el agua transmites vitalidad a las nuevas generaciones? ¿Qué mensaje le darías a los muchachos que te leen?

Lo que hice fue seguir lo que decía mi corazón. Yo encontré algo que era muy especial, un deporte del que me enamoré y al que me dediqué al cien por ciento. Les diría que lo maravilloso del deporte es que te da salud. La salud es más importante que el dinero, más importante que la fama, más importante que todo. Desgraciadamente los jóvenes no valoran su salud porque todos la tienen. No se dan cuenta de que si no viven sanamente, pueden perderlo todo. Hay que cultivar la salud y dar buen ejemplo a familiares y amigos para disfrutar de una vida sana y larga.

¿Qué opinión tienes de los nuevos talentos?

El Perú tiene tablistas que son  tan buenos como los mejores del mundo. El problema es que la industria de la tabla, desgraciadamente, o  es  muy  pequeña o no apoya a los tablistas para darles la oportunidad de poder viajar a los lugares del mundo donde se hacen campeonatos y poder viajar con tranquilidad. Si estás preocupado de cómo vas a comer y dónde te vas a quedar, es distinto a preocuparte solo por el rendimiento en la competencia.

En el último World Surf League, disputado en Punta Rocas, muchos surfistas valoraban el hecho que tú seas el primer campeón. ¿Qué sientes al saberte reconocido?

Siento una gran satisfacción al saber que la gente me recuerda y saber que lo que es importante para mí, hasta cierto punto, es también importante para ellos.

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