Edicion 130 Nov-Dic 2024 Deporte nacional

Sandy Dorador, luchadora incansable

Tras lograr su tercer título con Alianza Lima, el equipo de sus amores, Sandy Dorador juega otro partido importante: que el fútbol femenino se profesionalice en su totalidad en Perú y que sea más difundido. Perú Deportes conversó no solo con la futbolista, sino también con la hija, madre y ahora formadora de menores. Una guerrera que venció los prejuicios y siguió cumpliendo sueños.

Alianza Lima logró su tercer título en la Liga1 Femenina 2024 venciendo a su eterno rival, Universitario, con un marcador global de 5-1. Sandy Dorador, la hincha que se metió al campo, entró en el segundo tiempo y jugó unos minutos como capitana.  Y ahí estaba ella emocionada, abrazando a cada una de sus compañeras, porque son una gran familia.

“Empezamos desde el año pasado, desde octubre, con esa espina, con ese sinsabor. Queríamos salir con todo, dar lo mejor de nosotras, y gracias a Dios se pudo lograr. Yo creo que lo primordial fue ese duro golpe que tuvimos el año pasado (no campeonar). Cada una de nosotras dio su granito de arena y nos llevemos el título”, cuenta,

“Cuando me dio la oportunidad el profe, se me vino a la mente todo lo que pasé el año pasado, los malos momentos, y lo único que dentro de mí decía era “Gracias Dios, porque me da una vez más esa oportunidad de entrar, de campeonar, de dar la vuelta con nuestra gente”. Son cosas que me voy a llevar para toda la vida”, recuerda emocionada.

Contra el machismo y los prejuicios

Desde muy niña Sandy luchó por lo que más quiso. Tuvo que lidiar con el machismo y los prejuicios, ya que en los noventa era “rarísimo” ver jugar a una niña al fútbol. Su amor por el balompié empezó desde los siete años. Hizo lo imposible por jugar y divertirse.

“Desde muy niña ha sido difícil, la pasaba mal, lloraba. Me lastimaban, los niños a veces sin querer son crueles. Hasta tenía que ponerme gorrita, tenía que pasar como niño para poder jugar. Porque me decían “No, tú no puedes jugar”. Hasta las mamás, como jugaba mejor que los niños, no me dejaban jugar. Hasta tuve que lidiar con mis hermanos”.

Cuenta que ya de grande también le ha pasado. “Por ejemplo, que me insulten. “Machona”, “No, tú no juegas”, “Juega vóley, juega a los yaces, el fútbol es solo para hombres”.

El apoyo de su mamá, la señora Gladys, más conocida como la tía Burú, fue el impuso para seguir sus sueños.  “Gracias a Dios siempre he tenido el apoyo de mi mamá. Ese respaldo, ese abrazo cuando llorando, ella me decía “Tranquila, no hagas caso, que eso te haga más fuerte”. Y en realidad, hoy en día puedo decir que esas cosas me ayudaron a ser mucho más fuerte”, dice orgullosa, con una sonrisa.

Motor y motivo

A los 16 años, después de ganar un campeonato, sintió mareos. Se hizo una prueba y se enteró de que estaba embarazada. “Me saqué la prueba y estaba embarazada de cuatro meses. Dije: “Dios mío, ¡qué hago!” Uno, porque era chiquilla. Otro: ¡Cómo le voy a decir a mi mamá! Y lo último: “¿Por qué? Si estoy en mi mejor momento en el fútbol”. Se me vino el mundo abajo”.

Su mamá fue su fortaleza. “Vas a seguir. Das a luz, sigues entrenando y sigues haciendo tus cosas, y yo voy a cuidar al bebé”, le decía. “A ella deberían entrevistarla. Ella debería salir en los periódicos, ella debería estar en los cuadros, porque sin ella de repente no hubiera logrado todo lo que he logrado y sigo logrando hoy en día. Nos íbamos, entrenamos de noche, yo con mi hijo, ella con la frazada en la tribuna, sola con mi hijo llorando, dándole el biberón. Para que yo siga cumpliendo mi sueño”, explica Sandy, emocionada.

Uziel, su hijo, tiene 17 años. Juega muy bien al fútbol, pero quiere estudiar ingeniería industrial. “Sabe matemáticas un montón, sin estudiar. Me saca buenas notas y le gusta, que es lo importante. Uno de mis sueños es ver a mi hijo profesional, que tenga un buen trabajo”, afirma.

Sigue en la lucha

Pero hay otro partido que Sandy y todas las futbolistas juegan: la profesionalización del fútbol femenino en Perú. Después de la final, ella pidió más difusión a la prensa. “Nadie sabe cómo venimos un día antes para entrenar, si duermes bien. Hay chicas que estudian hasta tarde, hay chicas que trabajamos, que tienen familia, como mi caso. Porque no vives del fútbol femenino. No es agarrar y decir: “Solo me dedico al fútbol femenino y ya está”. No ganamos lo suficiente para poder vivir de esto”, resaltaba.

“Hemos avanzado, sí, pero yo creo que falta todavía mucho. Uno de mis sueños, y ahí seré la más feliz, es cuando el fútbol femenino sea profesional. Voy a seguir luchando hasta cuando deje de jugar, pero seguiré luchando”.

Es tanto su amor por el fútbol, que no solo quiere que la recuerden dejando todo en la cancha. También quiere dejar un legado a las próximas generaciones: que todas tengan los mismos derechos como en el fútbol masculino. Un camino difícil, pero que sigue avanzando y que no solo es tarea de ellas, sino de todos los que amamos el fútbol.

Mira la nota completa en nuestra edición 130 https://www.perudeportes.com.pe/peru-deportes-edicion-130-nov-dic-2024/

Deja una respuesta